En su búsqueda por materiales más sostenibles que los cementos celulares aireados, estos departamentos han optado por prescindir en el proceso del polvo de aluminio, un agente inflamable que obliga a adoptar muchas medidas de seguridad. En su lugar, se ha incorporado levadura de cerveza y peróxido de hidrógeno, productos que hacen que el material resultante sea mucho más sostenible.
Pero además de la sostenibilidad, el biocemento obtenido resulta mucho más ligero, gracias a la gran cantidad de burbujas de aire que se crean en su interior y que lo hacen, además, sin que se alteren las características físicas y mecánicas del cemento.
Con productos tan comunes como los empleados, esta innovación cuenta con más ventajas, tal y como han comprobado desde ENEA. Entre ellas, sus promotores resaltan la resistencia ante el fuego de este biocemento, además de sus propiedades para el aislamiento, tanto térmico como acústico.
El proceso, patentado por la agencia italiana y que nació en sus instalaciones de investigación de Trisaia, abre la vía a la reducción de costes de producción y a un material más sostenible que el cemento. Además, la innovación da a su vez un paso más en un campo que centra el interés de investigadores de todo el mundo, que buscan nuevos materiales sostenibles para la construccióndel futuro.