El gas radón es un gas radioactivo de origen natural, incoloro, inodoro e insípido, que proviene de la desintegración del radio, que a su vez procede de la desintegración del uranio contenido en rocas como el granito. Tiene la capacidad de adherirse a las partículas de polvo que gravitan en el aire, pudiendo acceder y acumularse en los pulmones.
Con la finalidad de proteger a la población del riesgo que conlleva para la salud la acumulación del gas radón en los edificios, el Ministerio de Fomento está preparando un proyecto de Real Decreto de modificación de la Parte I del Código Técnico de la Edificación, para incluir como exigencia en la normativa la protección contra el radón en recintos cerrados de los edificios.
La Unión Europea, mediante la Directiva EURATOM 59/2013, establece la obligación de elaborar un Plan nacional de acción para el radón, que permita hacer frente a los riesgos a largo plazo debidos a exposiciones en viviendas, edificios de acceso público y lugares de trabajo. Limita la concentración máxima de radón en recintos cerrados, estableciendo un nivel de referencia para el promedio anual de concentración de actividad en el aire de 300 Bq/m3.